¿Te gustan los juegos donde la supervivencia depende tanto de tu ingenio como de tus decisiones? Entonces prepárate para The Hundred Line: Last Defense Academy, una propuesta que combina novela visual y estrategia táctica. Aunque los nombres de los estudios detrás del juego, Too Kyo Games y Media.Vision, quizá no te suenen de primeras, es muy probable que reconozcas a sus directores: Kazutaka Kodaka y Kotaro Uchikoshi, mentes creativas responsables de sagas tan emblemáticas como Danganronpa.
La rutina llega a su fin, ¿o no?
La historia de The Hundred Line: Last Defense Academy comienza con Takumi Sumino, un adolescente que lleva una vida tranquila en un complejo residencial de Tokio junto a su familia y su mejor amiga. Cada día es igual para él: se despierta, come, va al instituto y repite el ciclo. Sin embargo, esa aparente normalidad se rompe cuando una alarma suena y la ciudad es atacada por monstruos.
En medio del caos, Takumi se encuentra con una misteriosa entidad llamada Sirei, un espíritu que parece saber más de lo que aparenta. Le ofrece su ayuda para defender a todos aquellos que le importan, pero Takumi debe tomar la decisión. Si acepta, recibirá una habilidad sobrenatural que transforma su sangre, permitiéndole enfrentarse a los invasores. Sin embargo, este don viene con una condición: trasladarse a la Last Defense Academy.
No se trata de una escuela normal, ya que está protegida por una barrera mística. Takumi deberá resistir y proteger esta escuela durante 100 días para garantizar la supervivencia de la humanidad. Y no lo hará solo ya que aquí se encuentra a otros catorce estudiantes que también han recibido poderes similares. A primera vista, parece una tarea fácil, pero a medida que pasan los días, comienzan a ocurrir sucesos imprevistos. Es más, en función de las decisiones que tomemos la historia nos puede llevar a uno de los 100 finales posibles. Y, tras acabar el juego, se desbloquean nuevas rutas y desenlaces adicionales, incentivando la rejugabilidad.
Eligiendo que queremos hacer
Prepararse antes del combate en The Hundred Line: Last Defense Academy es una parte fundamental de la experiencia, ya que el juego divide su jugabilidad en dos fases principales: la vida en la academia y los combates tácticos. Durante el tiempo en la academia, además de avanzar en la historia, debemos gestionar cuidadosamente el tiempo libre, decidiendo en qué actividades invertirlo para potenciar a los personajes antes de enfrentarnos a los monstruos.
Podemos movernos libremente por las instalaciones, aunque la mayoría están cerradas al principio. Pero también podemos interactuar con otros estudiantes lo que nos permite mejorar estadísticas concretas, como Gimnasia o Matemáticas. Estas son indispensables para desbloquear o mejorar habilidades. Y no es la única forma de aumentar estadísticas ya que podemos hacer regalos a los personajes o pasar por ejemplo tiempo en la biblioteca.
Para mejorar las habilidades o las opciones disponibles en combate también necesitaremos recursos y esto implica tener que salir. La exploración se realiza sobre un tablero que recuerda a juegos como Itadaki Street, donde el movimiento depende de cartas con números y cada casilla puede ofrecer recompensas o peligros. Las casillas tienen colores que indican la dificultad para conseguir recursos, y existe el riesgo de toparse con enemigos, lo que añade un elemento de tensión y estrategia a cada salida.
Hay que tener en cuenta que cada acción que realicemos consume una fracción significativa del día. Por ejemplo, si decidimos salir a explorar consumirá el día entero, pero si pasamos el tiempo con alguien solo consumirá medio día. Esto nos obliga a priorizar y planificar cuidadosamente. Además, el tiempo es limitado por lo que tomar decisiones incorrectas pueda acarrear que los combates se hagan largos o complicados.
La segunda fase del juego se centra en combates tácticos por turnos, donde nuestro equipo debe defender la academia de los invasores. En la mayoría de las ocasiones, la composición del grupo viene determinada por la propia historia, por lo que resulta recomendable no dejar a ningún personaje rezagado en su desarrollo.
El sistema de combate sigue la tradición del género: se alternan turnos entre nuestro equipo y el enemigo. Durante nuestro turno, podemos elegir entre atacar, movernos o defendernos, siempre limitados por un número concreto de acciones. Sin embargo, el sistema introduce una interesante mecánica: si logramos derrotar a ciertos enemigos específicos, podemos obtener turnos adicionales, lo que abre la puerta a estrategias más complejas. Una vez finalizado el combate, se realiza una evaluación del desempeño del equipo, asignándose una puntuación basada en el número de turnos, si hemos logrado defendernos bien o el número enemigos eliminados.
Cada miembro del equipo cuenta con un estilo de combate propio: algunos destacan en ataques a distancia, otros infligen daño en área, y hay quienes resultan especialmente eficaces contra enemigos de gran tamaño. Esta variedad obliga a planificar cuidadosamente la composición del grupo y a sacar el máximo partido de las fortalezas individuales para superar los desafíos. Además, cada enfrentamiento presenta condiciones de victoria distintas y, en ocasiones, está dividido en varias oleadas, lo que añade un extra de profundidad.
A medida que derrotamos enemigos, se llena una barra especial (voltage) que nos permite elegir entre desatar un espectacular ataque definitivo o potenciar temporalmente a un personaje. No obstante, hay que tener en cuenta que, tras ejecutar el ataque definitivo, el personaje quedará inactivo el resto del turno, por lo que conviene valorar bien cuándo utilizar esta poderosa opción.
Uno de los aspectos más llamativos son los combates contra ciertos jefes, que presentan mecánicas realmente curiosas. Por ejemplo, en una ocasión fue necesario derrotar a todos los enemigos al mismo tiempo, lo que nos obligó a planificar cuidadosamente el uso de cada turno y a coordinar los ataques del equipo. Sin embargo, también hemos encontrado algunos combates que se han hecho algo largos y pesados, especialmente aquellos con un número excesivo de oleadas. A esto se le suma que tampoco hay mucha variedad en los escenarios ni en los enemigos.
Estilo particular
El apartado gráfico de The Hundred Line: Last Defense Academy destaca por su estilo artístico inconfundible, que recuerda inevitablemente a Danganronpa, ya que el diseñador de personajes es el mismo, Rui Komatsuzaki. Esta entrega, como ya lo han hecho otros títulos de sus integrantes, combina de manera muy efectiva distintos estilos y perspectivas visuales.
Por ejemplo, la parte de novela visual utiliza retratos de personajes en 2D, con ilustraciones detalladas y, en general, expresivas. Durante la exploración de la academia, los escenarios se presentan en 3D, mientras que los personajes mantienen su apariencia en 2D. En cambio, los combates se quedan complemente con un estilo 3D. Además, este título integra cinemáticas estilo anime en 3D para ayudarnos en la inmersión de los acontecimientos.
Respecto al doblaje de The Hundred Line: Last Defense Academy, el juego ofrece opciones en inglés y japonés, ambas con una calidad notable. Sin embargo, debido a la ambientación y el origen japonés de los personajes, se recomienda jugarlo en japonés para una experiencia más auténtica y acorde al tono del título. Por otro lado, el juego no cuenta con textos en español en su lanzamiento. Dado el peso narrativo del juego nos habría encantado tener una localización en español.