Algo que caracteriza a los fans de cualquier serie es, quizás, el pensamiento de querer trasladarse, aunque sea por unos momentos, a ese mundo fantástico, futurista o simplemente jodido de narices pero fascinante, del que nunca podrán ser parte. Tenemos la suerte de tener entre manos Attack on Titan 2, la segunda incursión de la franquicia en el terreno de los videojuegos, esta vez desarrollado para Steam, PlayStation 4, Xbox One y Nintendo Switch, en forma de un action RPG bastante curioso de uno de los estudios más prolíficos en cuanto a lanzamientos se refiere, Omega Force.
El entrenamiento del cadete… ¿otra vez?
El protagonista (o la protagonista, ya que el juego nos permite elegir y personalizar al personaje que controlaremos) está definitivamente decidido a unirse al Cuerpo de Exploración desde bien joven, tras haberlo perdido todo en el mismo ataque a Shiganshina y la destrucción del Muro María con la que comienza la historia de la obra original, existiendo cierto paralelismo con la historia de Eren Jaeger. Hábilmente el juego desarrolla el tutorial durante la etapa de formación de los personajes como parte de la Unidad de Instrucción 104.
Tras esto, podremos observar que el juego se basa y transcurre a golpe de momentos clave del anime, entre los cuales tendremos las misiones en el interior y exterior de los muros. Nuestro personaje encaja sin problemas entre estas escenas como un secundario más en la trama de Attack on Titan, dándonos otra perspectiva de la narración y haciendo que sea muy fácil pensar que formamos parte de los acontecimientos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que, si hemos jugado a la primera entrega, volveremos a jugar de nuevo prácticamente la misma historia.
Poco después de finalizar las primeras misiones principales se nos dará acceso al Otro Modo, donde podremos realizar misiones secundarias (llamadas “Misiones de exploración”) con cualquier personaje que hayamos desbloqueado durante la aventura. Completar misiones en el Otro Modo nos aportará recompensas para la historia principal, aunque no hayamos escogido al protagonista del juego como personaje para llevar a cabo la misión.
La vida en los escuadrones
Las misiones son, obviamente, una parte fundamental del juego, y por lo general transcurren de una forma bastante dinámica, debiendo realizar distintas acciones en el campo de batalla, como por ejemplo defender a un grupo de exploradores, o eliminar los titanes que atacan un punto en concreto. Para ayudarnos tenemos dos posibilidades: construir bases con distintas utilidades (por ejemplo, para hacerlas funcionar como torretas automáticas o para obtener suministros) o realizar misiones secundarias dentro de la principal, consistentes en ayudar a aquellos personajes que están en apuros, tras lo cual los uniremos a nuestro escuadrón para el resto de la misión. Cada personaje tendrá una acción disponible, algunos de ataque, otros de apoyo, otros de curación, y podremos ordenar que la realicen en cualquier momento, cuantas veces queramos… mientras haya pasado el tiempo de enfriamiento, claro está. Son, en definitiva, habilidades adicionales para ayudarnos en el combate contra los titanes más poderosos, que querremos más de dos y tres veces. La parte mala es que normalmente están bastante lejos del objetivo principal, alargando la duración de las misiones con cierta trampa
Pero no todo va a ser pelear. Entre combates, tenemos la posibilidad de fortalecer nuestra relación con prácticamente todos los personajes en las fases de “vida diaria”. Es lo que os imagináis: el juego nos deja explorar algunas zonas de la ciudad, en las que encontraremos a los personajes, pudiendo interactuar, darles consejos o regalos, y ver algunas escenas que nos dan más detalles sobre su pasado y su personalidad. Aunque es una lástima que no se haya querido dar más importancia a este apartado, ya que algunos personajes no tienen demasiado papel durante la aventura, y hubiera sido una oportunidad perfecta para que reluciera el trabajo de Hajime Isayama, autor de la serie, que ha trabajado (junto con la editora japonesa del manga) en estas aportaciones adicionales a la historia, pero que no acaban de darle profundidad a la relación de los personajes con el protagonista, y que se llevan mucho tiempo de partida.
Y se lo llevan porque las habilidades del protagonista dependen, precisamente, de las relaciones que entablemos con los personajes y el nivel de amistad que alcancemos con cada uno de ellos. Al terminar las misiones, sean de desarrollo de la historia o de exploración, ganaremos puntos de experiencia y subiremos niveles, pero esto solo servirá para que podamos asignarnos aquellas habilidades que hayamos adquirido a través de nuestras relaciones con los personajes durante la vida diaria.
Otra forma de mejorar es mediante la construcción y mejora de armas, vainas y sistemas de anclaje, que nos permiten maniobrar mejor y ser más mortíferos en el campo de batalla. En un punto más avanzado del juego se desbloquea otro modo de aumentar las estadísticas, de forma más controlada, para mejorar aquellos parámetros que no hemos podido mejorar con las habilidades. En general, el juego se preocupa de no romperse por haber mejorado demasiado nuestro personaje o las armas, lo que se agradece bastante en el combate, manteniendo el desafío que debe ser salvar a la humanidad de la derrota total.
Ataque a los Titanes
Quizás la peor parte de Attack on Titan 2 sea la parte que mejor debería funcionar en este tipo de juego, como son los controles. Se intuyen excesivamente complicados, con muchas pulsaciones, y tal vez no tan intuitivos como deberían ser. Puede que sea una decisión consciente, ya que dudamos que manejar un equipo de operaciones tridimensionales pueda ser sencillo, o quizás sean gajes del oficio y se les haya colado una característica de los musou, pero desde luego el tener que repetir tantas veces las mismas acciones, pulsar tantas veces los mismos botones, y la incomprensible imprecisión en algunas situaciones (sobre todo cuando existen varias alturas en el escenario o muchos elementos que puedan “cortar” los anclajes) hacen que el hecho de recorrer los escenarios a toda velocidad con maniobras de vértigo no sea tan satisfactorio como debería, y es muy similar a la primera entrega. Tal vez tiene sentido que ese árbol enano al nivel del suelo impida maniobrar correctamente para atacar las piernas del titán, pero probablemente tendría más sentido si se hubieran centrado en lo satisfactorio que es cortar a los titanes a cachitos.
Aunque llegados a cierto punto de la aventura también tenemos otra opción en combate, aparte de reunir ingredientes para preparar cocido de titán: capturarlos enteros. O no tan enteros, en realidad: dependiendo del tamaño del titán, tendremos que amputarle una o varias extremidades para que la captura sea exitosa. Capturar titanes nos dará habilidades adicionales y objetos nuevos, además de recursos de regimiento (la moneda del juego), con lo que resulta útil para progresar más rápido, aunque tendremos que tener cuidado con las capturas ya que nos dejan indefensos unos segundos preciosos.
Queremos hablar un poco del apartado técnico y el acabado en general del juego, para finalizar. Gráficamente, el juego ha mejorado respecto a la primera entrega, al menos en PlayStation 4, quizás por el hecho de no haber trabajado sobre la base de las consolas de la generación anterior, con lo que es fácil apreciar los efectos y luces adicionales de esta nueva entrega. También merece la pena destacar el apartado sonoro, sobre todo en lo que a la música y al doblaje se refiere.
La epicidad de eliminar titanes no sería lo mismo sin una banda sonora a la altura (nada que envidiar a la serie), pudiendo acceder a la galería musical desde el mismo inicio del juego, y el doblaje al japonés también mantiene un gran nivel, como cabía esperar al estar realizado por los mismos actores que doblan el anime. La localización, no obstante, podría ser mejor, y se siente cierta falta de pulido en las traducciones y falta de revisión de los textos en castellano, ya que es relativamente fácil encontrar palabras mal escritas, principalmente por falta de tildes, y símbolos que no tiene ningún sentido que se muestren (como un “/n” al final de algunas frase).