Hoy traemos el análisis de Disgaea 4 Complete+, el JRPG táctico al que le han eliminado el subtítulo de la promesa para incluir una descripción de lo que encontraremos (que por otra parte es bastante acertada, como se verá), y que increíblemente he conseguido traer para la fecha del embargo. Nippon Ichi Software también nos lo trae el próximo 29 de octubre, para Nintendo Switch y PlayStation 4.
De vuelta a un nuevo Netherworld
Hablando de cuatros, que sea la cuarta entrega principal de la saga no implica, en absoluto, que debamos conocer nada de las anteriores, un punto importante a la hora de intentar entrar en este mundo, ya que su historia es independiente de los demás, aunque comparten elementos de trasfondo comunes con la aparición de algún viejo conocido como factor más relevante a la hora de establecer la continuidad. Una vez más es el tropo del conflicto de pequeñas dimensiones que escala hasta límites insospechados, la historia del gran demonio que ha perdido sus poderes por un hecho más-o-menos desafortunado que se ha reconvertido en instructor de Prinnies y de sus compañeros con distintas motivaciones e intenciones, que van uniéndose al demonio en cuestión a medida que avanza la historia. Después de esta premisa básica a más no poder, una rápida puntualización en cuanto a la historia: personalmente, me parece la mejor de las que he jugado en la saga, con muy buen ritmo y con personajes muy carismáticos.
Resulta un poco curiosa la fijación de Valvatorez con las sardinas, un running gag que arrastramos a lo largo de toda la aventura, y que se combina con otros temas, como la corrupción de la sociedad, la ironía del progreso de la civilización, la ambición desmesurada por el poder… todo ello sin apenas salirse de tono, consiguiendo que las escenas dramáticas sigan siendo igual de divertidas (aún con las limitaciones técnicas evidentes al estilo artístico de esta saga). Esto es algo que no comentamos en los anteriores análisis de Disgaea para Nintendo Switch, pero que no viene mal recordar, porque en esta edición no me he podido quitar de la cabeza: el hecho de que los (muchos) diálogos estén llenos de bromas y sean por lo general distendidos no significa que el juego no nos cuente nada, ya que la historia, al menos en este caso, es particularmente entretenida y trata, con cierta ironía y un poco de mala baba, algunos asuntos del día a día del mundo en el que vivimos, rompiendo un poco (dando unos golpecitos, si se puede decir así) la cuarta pared, aunque si bien, como decíamos, no vamos a encontrar ni grandes cinemáticas ni nada realmente espectacular, incluso si cumple, y con creces, a nivel de doblaje – disponible en este caso en inglés y japonés.
Y en este sentido, una de las cosas que siempre me ha parecido más interesante de los Disgaea es el hecho de que todos los personajes tienen una historia que se va desarrollando, de un modo u otro, a lo largo de los diversos capítulos. No encontramos nunca los mismos personajes, pero el esquema de desarrollo es más o menos el mismo. En este caso los personajes principales son seis, más algunos antagonistas que vemos aparecer en ciertos momentos durante todo el desarrollo, y cuyas historias avanzan siempre poquito a poco, a ritmo constante, nunca demasiado rápido ni se queda demasiado tiempo en el limbo, dejando incluso algunas batallas sin historia para no abrumar.
Cantidad endemoniada de contenido
Jugablemente tenemos más o menos lo mismo de siempre: un campo de batalla con paneles y bloques de colores con distintos efectos, la posibilidad de lanzar las unidades y objetos de un lado a otro o formar torres (las habilidades de golpear con torres son curiosas, por decirlo de algún modo), y el objetivo de acabar con todas las unidades enemigas del campo de batalla – algunos, con refuerzos si no conseguimos limpiar el mapa a tiempo. Prácticamente todo lo demás que ya analizamos en Disgaea 5 Complete en cuanto al sistema de combate ya lo encontrábamos también aquí, por lo que no nos vamos a extender demasiado más allá de decir que no hay tantas resistencias y debilidades, y os dejamos arriba el link del análisis para más detalles – y así revitalizo un poco uno de mis artículos más prinnygenios (sí, habéis leído esto por las risas).
De lo primero que notamos distinto al comenzar a jugar es el desarrollo de personajes, que en esta entrega depende mucho del maná, sobre todo para los personajes que usan hechizos, así como para aquellas clases que tengan las evilities (habilidades pasivas) más caras. Por suerte, tenemos de vuelta la cheat shop, esa maravillosa opción que nos permite ajustar la cantidad de experiencia, maná o HLs adquiridos en los combates, dentro de unos parámetros definidos por el propio juego y dependiendo del punto de la historia en el que nos encontremos. También nos puede ayudar un poco a que el juego tenga un poco más de dificultad, ya que la opción por defecto no supone mucho desafío – aunque si nos pasamos subiendo la dificultad nos arrepentiremos enseguida.
Por otro lado, la mecánica clásica de desbloquear opciones adicionales usando maná vuelve una vez más: hablamos, cómo no, de las audiencias en el Senado. Es una de las partes más divertidas por lo absurdo y frustrantes a la vez por lo aleatorio que puede ser desbloquear una función adicional que nos haga mucha falta. Incluso crear personajes con muchos puntos de aptitud de bonificación está supeditado a la aprobación del Senado, con lo que las cantidades de maná que podemos perder son importantes si no nos hemos asegurado de guardar con anterioridad a seleccionar la opción – porque no hay nada que no solucione el hecho de poder volver a cargar la partida.
El senado también sirve en esta edición para desbloquear edificios del Cam-Pain HQ, un mapa en cuadrícula del Netherworld que nos permite colocar una serie de estructuras que serán “operadas” por nuestros personajes (situándolos en la casilla del líder de cada edificio) y que proporcionarán una serie de beneficios a las unidades que estén en su radio de efecto, como obtener una parte de la experiencia que obtenga el líder, recibir menos daño, o incluso desbloquear tiendas, entre muchas otras opciones. También tenemos la opción de usar nuestros personajes como parte del gabinete presidencial del Netherworld, lo que les otorgará subidas de estadísticas adicionales dependiendo de la posición que ocupen. Y sí, todas estas opciones se desbloquean en el Senado, así que ya imaginaréis que no vais a poder bajar el porcentaje de maná adquirido en la cheat shop si no queréis desesperaros para desbloquear todo esto.
Una edición muy complete
Realmente nos cuesta encontrar algún defecto a Disgaea 4 Complete +, cosas que no vayan directamente relacionadas con el tipo de juego que es. Quizás precisamente esa es a la vez su mayor virtud y su defecto, que es un juego muy dirigido a su nicho, a gente que quiera diálogos interminables, mil números y estadísticas y disfrute viendo los números crecer poco a poco hasta que todo estalla y el crecimiento se vuelve exponencial, del grindeo por el placer de enfrentarse a un reto mayor, aunque probablemente sea siempre el mismo reto – vencer a un enemigo más fuerte.
Aún así, en esta entrega se han añadido muchas mejoras de lo que últimamente se ha dado por llamar quality of life: la más notable, el ya comentado acceso a la cheat shop desde el principio, pero también otras que no tienen que ver directamente con la experiencia jugable sino con la velocidad y comodidad del juego, como la opción de acelerar las animaciones mucho más rápido que en otras ediciones (perdiendo menos tiempo al usar habilidades especiales) o la de acceder a la galería de eventos ya vistos desde bien al principio. Gracias, Tenpei Sato, por las fantásticas composiciones que hiciste para este juego.
También se han añadido opciones online para hacer el juego más variado y duradero, como la inclusión de un editor de mapas que podremos usar para subir nuestros mapas a los servidores (y conseguir puntos para comprar más elementos que nos permitan hacer mapas más variados, y subir nuevos mapas, y comprar más elementos, y así sucesivamente), así como la posibilidad de crear escuadrones pirata que invadan las partidas de otros jugadores en el Item World, o recibir las visitas de los piratas de otros jugadores si estamos conectados a la red. Incluso se ha añadido un nivel de habilidades especiales superior al Tera, que nos permite desarrollar todavía más a los personajes si lo único que queremos es ver cómo progresan hasta llegar a destruir el universo, o casi. Todo ello sobre lo que ya implica la edición “Complete” de un Disgaea, que es todo el contenido lanzado con el juego original (en este caso, también la edición “A Promise Revisited”, lanzada para PlayStation Vita). No dejan de ser añadidos para alargar y mejorar la experiencia básica de Disgaea 4, un juego que por otro lado, y a pesar de los ocho años desde su lanzamiento original, sigue siendo un juego excelente y quizás, con esta edición, la mejor entrega de la saga.