Hoy traemos bajo el brazo nuestro análisis de Ikaruga, el mítico shoot ‘em up de Treasure considerado uno de los mejores en su género, y que ahora llega para Nintendo Switch después de haber pasado por muchas otras plataformas.
Black or white
El sistema de juego de Ikaruga podríamos definirlo como simple o sencillo, ya que hay pocas acciones, pero éstas están tan bien seleccionadas que no necesita más para ser una maravilla jugable. Durante el juego controlamos a la nave Ikaruga, una máquina capaz de alterar su polaridad entre blanco y negro para absorber los proyectiles de su mismo color polar, pero que se destruirá al mínimo contacto con la más pequeña de las balas perdidas de la polaridad opuesta. Los enemigos tendrán también un color, disparando proyectiles del mismo, y también sufriendo más daño en caso de recibir disparos de la polaridad inversa. El objetivo es, en definitiva, ir superando cada una de las seis fases “hacia arriba”, sorteando los obstáculos y eliminando al boss de cada fase.
Y a pesar de ser tan solo seis fases, el juego nos atrapa durante muchas horas. En primer lugar, porque todos los niveles están perfectamente scriptados y diseñados, todo está siempre en el mismo sitio, y aprender el diseño de cada fase y adelantarse a lo que vendrá en los siguientes treinta segundos es la clave para seguir con vida. El juego lleva el ensayo y error hasta niveles extremos, pero no se siente para nada injusto: hay una forma de superarlo, y si consigues clavarla, el nivel es tuyo, sin ninguna artimaña para hacerte volver al principio y perder tu puntuación de forma absurda.
Porque Ikaruga, entre otras cosas, es un arcade de los de toda la vida: el objetivo, por encima de superar las fases, es conseguir la mejor puntuación posible. Principalmente encontramos dos modos de juego: el arcade de toda la vida, con balas ilimitadas y con el objetivo que ya hemos dicho, y un modo con limitaciones de munición. La clave en este segundo modo es absorber muchos proyectiles usando la misma polaridad, puesto que estos recargan el nivel de munición, además del disparo especial del que también disponemos en el modo arcade. Un tercer modo nos permite jugar cualquiera de los niveles en busca de la mayor puntuación en ese nivel específico, sin tener que recorrer los niveles anteriores, con lo que también resulta perfecto para practicar.
Además, existen tres niveles de dificultad, basados en la forma en la que los enemigos nos devuelven los disparos: en el nivel fácil no nos devolverán ningún proyectil, en el normal solo lo harán si acabamos con enemigos con nuestra misma polaridad (lo que nos ayudará a cargar el disparo especial, por otro lado), y en el nivel difícil todos los enemigos devolverán proyectiles de su polaridad, con lo que los reflejos a la hora de alternar polaridades o esquivar las balas enemigas serán imprescindibles.
Tráete a un amigo
Por otro lado, Ikaruga encaja como un guante en Switch. El modo cooperativo local funciona perfectamente, y dada la sencillez de los controles, permite montar partidas cooperativas en un instante usando solo los Joycon (y le sobran botones). Le sobran tantos botones que uno de los modos de dos jugadores nos permite jugar un solo jugador utilizando los dos Joycon, controlando cada nave con una mano, suponiendo un reto enorme pero muy divertido.
Además, el juego permite rotar la pantalla 90º a la derecha o a la izquierda, con lo que podemos jugar con la consola en vertical, como si de una pantalla de recreativa se tratase, que es especialmente útil en este modo cooperativo, y jugar en solitario también proporciona una experiencia muy buena (aunque tengamos que utilizar alguna base para inclinar la consola para que sea cómodo, por supuesto).
Cada vez que terminemos un nivel, el juego subirá nuestra puntuación a los servidores automáticamente… siempre que tengamos conexión a Internet, por supuesto. Esto resulta un poco molesto, puesto que si jugamos fuera de casa o ponemos la consola en modo reposo a mitad de partida, el juego nos devolverá un error de conexión. La única forma de no recibirlo es modificar las opciones de juego (básicamente, las vidas y la opción de continuar la partida una vez que estas se nos agoten), en cuyo caso las leaderboards estarán desactivadas.
Finalmente, nos gustaría comentar brevemente cómo se desenvuelve el juego en la híbrida de Nintendo. Y la verdad, el juego mantiene las 60 imágenes por segundo prácticamente todo el tiempo, o al menos, todo el tiempo que dura la acción. Hemos podido detectar pequeñas ralentizaciones cuando hay muchas explosiones (por ejemplo, al vencer al jefe de la primera fase), pero por suerte no influyen en la experiencia ya que normalmente ocurren en escenas que no son jugables, por lo que no moriremos nunca por su culpa. Y en cuanto al apartado sonoro, tan solo recalcar que las composiciones de Hiroshi Iuchi siguen sonando magistrales, un acompañamiento perfecto a los abundantes efectos de sonido.