El dinero es algo presente en prácticamente todos los juegos actuales. Quedarse sin él suele suponer algún que otro inconveniente, y jugablemente, implicará invertir un tiempo en conseguirlo, como sea. Pero rara vez es el único motivo que mueve el juego, la razón absoluta de que el protagonista esté ahí, pero esto es precisamente lo que ocurre en Penny-Punching Princess, un juego de acción beat ‘em up de Nippon Ichi Software para Nintendo Switch y PlayStation Vita.
El poder del dinero
La Princesa (el juego se refiere en todo momento a ella como Princess) busca venganza, ya que por culpa del capitalismo, y con cierta ayuda de la familia Dragonloan, su padre perdió el reino. E irónicamente, en un mundo en el que el dinero lo es todo, absolutamente todo, la venganza pasa por usarlo para recuperar lo que le ha sido arrebatado. Básicamente es el leitmotiv del juego, casi todas las escenas versan sobre esto, el dinero, el capitalismo, la venganza. La parte buena es que las palabras salen normalmente de nuestro mayordomo Sebastian, un escarabajo miyama con muy mala uva y una pajarita, y con los mismos deseos de venganza que la Princesa, y de unos enemigos por lo general bastante egoístas y atontados.
La venganza la buscamos a través de las diferentes mazmorras y mundos, con fases relativamente cortas, en las que tendremos que ir recorriendo los mapas abriendo los distintos cofres rojos (con dinero) y amarillos, y machacando a los enemigos que nos salgan al paso. En nuestro camino encontramos estatuas de Zenigami, el Dios del Dinero, que es lo que nos da poder, literalmente: cada estatua que recojamos nos dará un punto de habilidad para distribuir en la hoja de personaje.
Siguiendo con las fases, nuestro conjunto de movimientos es bastante simple. Pulsar repetidamente el botón de ataque sin movernos nos permite hacer un combo infinito de golpes débiles, pulsarlo moviéndonos hacia cualquier dirección realizará el segundo combo, podemos rodar para evitar golpes (aunque es bastante ineficaz) y pulsando el botón de ataque y el de rodar daremos un empujón a los enemigos. Las acciones básicas son esas, pero el juego pone el énfasis en otras tres: la calculadora de la Princesa, la posibilidad de saquear a los enemigos y las habilidades especiales.
Es el mercado, amigo
De estas tres, llama más la atención la calculadora, que es un poder que entregó el Dios del Dinero a la Princesa, y le permite conseguir prácticamente cualquier cosa a cambio de una suma de dinero. El dinero es poder, ¿recordáis? Pues con el dinero podemos conseguirlo todo en el juego, hasta sobornar a los enemigos y las trampas del escenario para conseguir que ataquen a sus semejantes, y podremos hacerlo con todos los enemigos exceptuando los finales cuando aparezcan como bosses al final del nivel… siempre que tengamos dinerito en nuestra cuenta. Pero no solo eso, la calculadora también podrá provocar efectos especiales como curación de vida y estados, daño de área o aumento de estadísticas, siendo más poderosos estos efectos cuanto más dinero invirtamos en ello, y si tenemos suerte, nos servirá incluso para darle la vuelta a una fase que ya podríamos considerar perdida. Otra de las mecánicas importantes, ya que influye directamente en la puntuación de las fases, es el saqueo de los enemigos. Cuando conseguimos restarles una cantidad de vida determinada, entrarán en un estado de desprotección en el que podremos hacer que suelten más dinero que cuando son eliminados.
Estas dos acciones las podemos realizar de dos formas, dependiendo del modo de control elegido en el menú de opciones: la forma eficaz, la más rápida y la que nos permitirá conseguir las mejores puntuaciones es el control táctil, en el cual podremos introducir los números de la calculadora pulsándolos con el dedo y saquear a los enemigos tocando encima de ellos mientras están desprotegidos; y el control con botones. Lamentablemente el control con botones no está tan pulido como el control táctil, con lo que si queremos jugar en modo Dock en Switch veremos que nuestras puntuaciones y la cantidad de dinero recogido son considerablemente menores. Siendo una máxima de la consola de Nintendo el jugar como uno quiera y donde uno quiera, debería cuidarse con el mismo esmero tanto la forma de jugar en el modo portátil como las posibilidades para jugar en pantalla grande.
Dinero por explotación
La última de las apuestas del juego está relacionada con la mejora de los personajes, que aunque el concepto es bueno, lamentablemente se hace pesada. A medida que vayamos progresando en la aventura, recogiendo las estatuas de Zenigami y sobornando enemigos para unirlos a nuestra causa, podremos comenzar a desarrollar armaduras nuevas y a fabricar estatuas de enemigos, que nos darán puntos de habilidad adicionales, que usaremos en la hoja de personaje (aunque algunas habilidades pueden costar hasta 30 puntos de habilidad). En definitiva esto supone volver a fases anteriores de forma frecuente, ya que los enemigos cambian cada pocas fases y no vuelven a aparecer. Y además, como es obvio, también es necesario usar dinero para fabricarlas.
La parte mala es, sin duda, la repetición desmedida, pero la parte buena es que cada una de las armaduras nos mejorará una cantidad de ataque y defensa, pero también cada una tiene una habilidad única, hasta un total de 78 distintas. Por eso, quizás esa armadura de 9 de defensa y 2 de ataque sea mucho más eficaz que otra con 15 de ataque y 12 de defensa, porque esta puede tener una habilidad mediocre y la primera hacer un ataque que noquee a todos los enemigos que tengamos delante, dándonos una ventana para usar la calculadora. Eso sí, para fabricarlas tendremos que haber capturado a un número determinado de enemigos de cada tipo… y usar el poder del dinero para pagar su precio, claro.
Finalmente, dedicarla unas breves palabras al apartado técnico. La estética es simpática y colorida, con un gameplay fluido la mayor parte del tiempo, acorde con el tono rápido y desenfadado del juego. Sin embargo, en el modo portátil se notan ligeros tirones cuando hay demasiados elementos en pantalla, cosa que no debería ocurrir en un juego de estas características gráficas, y los sprites no coinciden con las zonas de golpe de los objetos/enemigos, lo cual sí resulta un inconveniente mayor en algunas ocasiones. También hay ligeros problemas con el sonido, reproduciendo de vez en cuando efectos y melodías cortadas con picos de volumen, pero en general las composiciones son bastante adecuadas a lo que ocurre en pantalla, algunas de ellas bastante pegadizas, aunque su número tampoco es muy elevado: tenemos el tema de batalla, el de menús, el de escenas, el del bosque… y por suerte no cansan, porque pese a tener una buena calidad, repetiremos estas situaciones tantas veces que podría suponer un problema.